El Intruso
La imagen surge en el contexto de la actividad docente del artista. En un principio, se trataba de un ejercicio de paisaje para ser resuelto en acuarela y posteriormente, el autor decide dotar a la imagen de un sentido y de un significado emocional.
En la locación original donde fue pintada la imagen, había una tapa de concreto entrecubriendo un hueco. Al autor le pareció que se veía como la madriguera de algún mamífero pequeño y optó así, por poblar ese bosque solitario con algún personaje que evocara fragilidad y pequeñez. Como los colores predominantes en la imagen eran en su gran mayoría verdes, el color del personaje debía ejercer un fuerte contraste para adquirir relevancia jerárquica, mientras que su escala debía permanecer pequeña para mantener la grandeza del paisaje. El autor optó por escoger un color complementario y el pelaje del zorro era ideal para ello.
Finalmente, ubicó la figura del animal en un primer plano, de tal manera que el personaje se sitúa entre el espectador y la tapa de concreto. Así mismo, el animal interpela al espectador, confrontándolo gestualmente. El título de la obra sugiere una narrativa en la cual el mirón impertinente ha de ser el intruso.