Saint Francis of Assisi embracing flesh temptation
Imagen pintada como entrenamiento y experimentación técnica con pigmentos opacos acrílicos. La idea fue inspirada por un texto apócrifo y hagiográfico relacionado con la vida de San Francisco de Asís. La carga emotiva de la narración y otros intereses iconográficos configuran la escena.
El texto narra un episodio en la vida del santo ante una tentación de la carne. El término tentación en este contexto, se entendió como la solicitud de la voluntad por parte de algún espíritu a divinis. San Francisco de Asís, desesperado y neurótico, sale en la noche y se lanza desnudo contra la nieve para evadir el ataque espiritual. Al no cesar la tribulación, el santo opta por esculpir figuritas de nieve representando la esposa maravillosa y los hijos hermosos que hubiese querido tener y a los cuales renunció por amor a Dios. Posteriormente, y todavía en estados mentales de tormento y dolor, continúa con el proceso de sublimación modelando ahora una nueva efigie de sí mismo, representándose muy alegre y obrando prodigios y milagros. Finalmente cesa la tentación.
Como punto de partida en la concepción de la imagen, se recurre a la tradición iconográfica cristiana que representa episodios en la vida de los santos. El texto permite elaborar la temática relacionada con la concupiscencia de la carne. Pero no con la acepción libidinosa recurrente en la obra del artista Belga Felicien Rops (1833-1898), sino con una connotación melancólica, surgida de manera natural e inconsciente por la búsqueda del bienestar y la satisfacción propias del amor filial.
Para comenzar la imagen, se pretendió representar al santo con un gesto pasivo, de angustia y terror, similar al de la pintura de Iván el Terrible y su hijo, realizada por el ruso Ilya Repin (1844-1930). Luego, se cambió de parecer al tenerse en cuenta las crónicas históricas del santo, que destacan su actitud de júbilo y de alegría hasta en los momentos de mayor adversidad. Se le imaginó viajando por las aldeas contagiando de entusiasmo y de felicidad a la gente, y ayudando a resolver los problemas con su gracia, su trabajo y su amor. También fueron recordados personajes literarios similares, quienes con su sola presencia y su júbilo iluminaban las almas. Tal fue el caso de Tom Bombadil de J.R.R. Tolkien (1892-1973) o también del alce nórdico Skutt que lleva consigo la primavera.
Se optó por pintar a San Francisco de Asís en actitud de júbilo, pero con el rostro ensombrecido por la capucha y con una mueca ambigua de sonrisa. Gesto enfermo y melancólico, signo y síntoma de una lucha interna ocasionada por una tentación que tergiversa y paraliza. Su cuerpo sentado de rodillas, recién caído y en actitud estoica, rechaza la estatuilla de la familia deseada. Contempla entre sus manos su efigie en actitud de alegre predicación. En ese preciso momento, al cesar la tribulación, sus estigmas comienzan a sangrar horriblemente. Es acompañado por sus hermanas criaturas: el lobo de Gubbio, un pajarillo, un ciervo y el hermano fuego.